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Desmontando la versión oficial sobre el 11-M
www.laexcepcion.com (11 de marzo de 2016)
En 2009 Mathieu
Miquel expuso gran cantidad de datos que evidencian que la versión oficial y el
veredicto sobre los atentados del 11 de marzo de 2004 en Madrid son
insostenibles. Resumimos su
artículo, rigurosamente documentado:
- El 11 de marzo los especialistas en explosivos
neutralizaron dos mochilas no explotadas en los trenes. En el momento de
inventariar los objetos de los trenes se descubrió en una comisaría de Vallecas una mochila que contenía una bomba con dinamita, metralla, un detonador y un teléfono móvil. La bomba no explotó
porque había un cable que simplemente no estaba conectado. El especialista en
explosivos encargado de desactivarla declaró en el juicio que aquella «chapuza» no se correspondía con la
complejidad del resto del dispositivo.
- Los especialistas en explosivos explicaron que
ellos habían registrado cuatro veces
todos los objetos abandonados en los vagones y certificaron que era imposible que la bomba aparecida
milagrosamente estuviese entre ellos. No hay fotos de la mochila anteriores
al momento en que fue desactivada.
- Esa mochila-bomba
era la única que contenía metralla. ¿Por qué era diferente a las demás?
- Rafa
Zouhier, un narcotraficante marroquí de poca monta, confidente de la Guardia Civil, dio la pista sobre Jamal Ahmidan, alias “El Chino”, otro traficante marroquí, del que no se ha probado que tuviera
relación alguna con Zougam, el condenado por el atentado.
- Tres semanas después de los atentados, la policía localiza a la banda del Chino en
un apartamento de Leganés; fuerzan la puerta del apartamento y se produce
una explosión en la que mueren los siete sospechosos y un policía del GEO. Entre
los escombros del apartamento aparecen explosivos del tipo Goma 2 Eco, algunos
textos y un vídeo reclamando la autoría del atentado, pero las personas que
aparecen en el video no son identificables ya que portan máscaras. La mayoría
de los siete muertos son narcotraficantes de poca monta.
- Una furgoneta
Renault Kangoo se hallaba en el aparcamiento de la estación del metro de
Alcalá. Un conserje de la estación dijo que salieron de ella hombres con aspecto
de europeos del este. La furgoneta fue inspeccionada el 11 de marzo por perros policía que no detectaron nada. Tras
ser trasladada a dependencias policiales, aparecen en ella siete detonadores,
explosivo del tipo Goma 2 Eco y una casete
con una grabación del Corán. ¿Por qué habrían de abandonar los terroristas
ese vehículo dejando en él esos objetos?
- No
existe una factura que pruebe que la tarjeta SIM del móvil de la mochila de
Vallecas fue vendida al condenado Zougam. Lo único que
permite llegar a esa conclusión es el testimonio de su proveedor, que dice
recordar específicamente la venta de esa tarjeta SIM entre cientos de otras
tarjetas. El supuesto uso que Zougam hizo de esa tarjeta no responde a la
lógica. Y tras el atentado Zougam prosiguió
su actividad normal hasta el día de su arresto, en la tarde del 13 de marzo.
A pesar de que toda España sabía desde el 12 de marzo por la mañana que la
policía había desmantelado una de las bombas, él no trató de esconderse ni
huir.
- Zougam
fue identificado por varias personas como presente en
uno de los trenes, pero fue tras difundirse ampliamente su foto en los medios.
Además los testimonios se contradicen. El tribunal finalmente sólo acepta el de
dos amigas rumanas, una de las cuales añadió su testimonio un año después
de que empezara a declarar la primera. Ambas con el tiempo fueron cambiando detalles sobre el sospechoso, que siempre
ha negado toda implicación en el atentado.
- El veredicto reconoce que se ignora cuáles de
entre las siete personas fallecidas en el piso de Leganés se dedicaron a poner
las bombas y dónde lo hicieron.
- Durante mucho tiempo, la policía habló de un
tiroteo callejero entre varios de sus agentes y una banda de magrebíes que
finalmente se refugiaron en el piso de Leganés. Las grabaciones de las conversaciones entre las patrullas de la policía hubieran permitido aclarar estos hechos. Pero cuando el juez de instrucción
pidió esas grabaciones, la policía respondió que no habían sido conservadas.
- Esta versión
de la persecución desaparece posteriormente del discurso oficial para dar paso
a otra explicación (la única que figura en el
veredicto), según la cual para llegar al piso de Leganés rastrearon un teléfono
sospechoso y dieron con un propietario que afirmaba haber alquilado el apartamento
a un grupo de árabes.
- Ningún
vecino pudo ver claramente a los sospechosos. Y no
existen huellas ni registro alguno de los impactos de bala que deberían existir
en el lugar después del supuesto intercambio de disparos.
- El argumento decisivo para sostener la tesis
del suicidio es que los sospechosos
supuestamente se comunicaron por teléfono con sus familias durante el
asedio para despedirse de ellas. El único familiar citado en el juicio como
testigo de esas llamadas fue el hermano
de uno de los sospechosos, quien declaró que no pudo reconocer la voz de su
hermano durante la llamada, y que pensó que no era él, razón por la cual
avisó de inmediato a la policía.
- Cada
uno de los tres informes sobre esas llamadas desde el piso de Leganés contradice
el anterior en numerosos aspectos.
- Si hacía cuatro días que los medios venían
anunciando que los sospechosos estaban siendo buscados y que sus fotos habían
sido divulgadas, ¿por qué se reunieron
todos en un apartamento? ¿Por qué
esperarían aquellos criminales, que supuestamente acababan de cometer un
crimen masivo, a que la policía evacuara
toda la vecindad antes de volar el apartamento?
- El estilo
de vida del Chino y los demás sospechosos no se corresponde con el islamismo radical que supuestamente los llevó a perpetrar la masacre.
- Los
vagones donde explotaron las bombas fueron destruidos sólo dos días después del
atentado, eliminándose así pruebas fundamentales.
- El
veredicto reconoce que no se sabe aún con precisión qué explosivo explotó en
los trenes. El jefe de los especialistas en
desmantelamiento de bombas que supervisó las operaciones el 11 de marzo declaró
que el visible desgarramiento de las estructuras de los vagones era
característico de explosivos de alto
poder, de tipo militar, y no de dinamita.
- La policía italiana grabó y tradujo en 2004
las conversaciones telefónicas de un
egipcio que residía en Italia, Rabei Osman, en las cuales supuestamente se atribuía la organización
del atentado. Durante el juicio, nuevas traducidas solicitadas por la
defensa mostraron que las frases en las
que Osman se atribuía el atentado fueron simplemente inventadas por los
traductores italianos. La justicia española se vio por lo tanto obligada a
absolverlo de todo vínculo con el atentado, cuando este hombre había sido
presentado como el cerebro del grupo islamista. En el veredicto no se designa por
lo tanto a nadie como cerebro del atentado.
- Tres meses después de los atentados la policía
encontró un vehículo Skoda Fabia a
20 metros del lugar donde se había encontrado la furgoneta Kangoo, con rastros
del ADN de uno de los muertos de Leganés. Sin embargo, numerosos observadores
dudan que un vehículo estacionado tan cerca de la furgoneta Kangoo haya podido
pasar inadvertido durante tres meses; además su número de matrícula ni siquiera
figura en los registros recogidos el 11 de marzo. Resulta que ese vehículo
había estado abandonado durante tres semanas en un barrio de Madrid en noviembre
de 2003, recibiendo numerosas multas, hasta que desapareció. Y se sabe que en
los meses previos se usó para delitos como robos callejeros. Es decir, que para cometer uno de los peores atentados
que nunca se hayan visto en Europa a los terroristas no se les ocurrió nada
mejor que utilizar un auto robado, implicado en toda una serie de delitos, que había
permanecido abandonado en la calle durante un tiempo, que había sido
multado repetidamente, y al que ni siquiera cambiaron las matrículas. El
tribunal no tuvo por lo tanto más remedio que descartar el Skoda de la lista de
elementos de prueba del veredicto.
- El
testigo Hassan Serroukh declaró ante el juez de
instrucción que en su declaración ante la policía jamás había descrito a Zougam
como un fanático religioso, como figuraba en la declaración, que había sido por tanto manipulada.
- Dos
actores claves del atentado son confidentes de las fuerzas de seguridad: el mencionado Zouhier (a
quien la Guardia Civil llamó los dos días antes del atentado), y Emilio Trashorras, quien supuestamente habría
proporcionado al Chino explosivos procedentes de una mina asturiana. Trashorras
también habló con un policía en los días en que puso los explosivos en manos
del Chino, pero el policía asegura que Trashorras no le dijo nada de esa
operación. Trashorras afirmó que la
policía le había pedido que inventara ese episodio con la promesa de que gozaría
de la condición de testigo protegido y de que no tendría más problemas con la
justicia. ¡Ninguno de los confidentes
denunció que se iba a cometer un crimen!
- Estos
colaboradores de la policía estuvieron bajo seguimiento entre enero de 2003 y febrero de 2004. Pero la vigilancia cesó once días antes de la operación de entrega
de los explosivos, y veinticuatro días antes del atentado.
- El
apartamento vecino del piso de Leganés estaba “casualmente” ocupado por un
policía que se dedicaba a la lucha antiterrorista.
Todos estos comportamientos sospechosos, antes
y después del atentado, vinculados a la evidente inconsistencia de la pista
islamista, hacen pensar que los verdaderos culpables se encuentran bajo
la protección del aparato del Estado.
© LaExcepción.com
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